. - LA SHINULEADA

LA SHINULEADA, TRADICION INDIGENA TOTOLAPENSE MUY PICARESCA Y UNICA DEL LUGAR, FIESTA ÚNICA EN SAN MIGUEL TOTOLAPAN.

Autor: Profr. Bolívar Ochoa Díaz

La Shinuleada, cuyo origen se pierde en la obscura noche de los tiempos, ha sido celosamente mantenida hasta nuestros días por los descendientes de los indios cuitlatecas.

La Shinuleada. Se trata de una fiesta original, propia de los indios de San Miguel Totolapan; arraigada entre los diferentes pueblos que se asentaron a ambos lados de la ribera del Río Balsas donde habitaron los últimos hablantes de la lengua cuitlateca, hasta la década de los cincuenta del siglo XX.

El nombre de Shinuleada proviene del idioma cuitlateco, derivado del vocablo Shinula, que en este idioma significa flor, hermosa flor del campo, de ocho pétalos que se agregan a la masa de los tamales antes de hervir, para darles al final un color y sabor especial, muy apreciados por cierto, los famosos tamales de shinula.

Hablar particularmente de la Shinuleada, de manera aislada, no tendría sentido; para entenderla, es necesario encuadrarla dentro del contexto de la serie anual de festividades de la Santa Cruz.

El ciclo comienza en el primer momento en que es nombrado el mayordomo, quien se encargará de organizar las diferentes actividades durante el año, de acuerdo a los viejos usos y costumbres de la comunidad. Dicho nombramiento se lleva a cabo, generalmente, en la segunda quincena del mes de mayo, quedando así instalada oficialmente la mayordomía.

LA RECIBIDERA. A continuación se nombran los colaboradores del mayordomo: dos delanteros, dos veladoras y dos tepixques para poder recibir de la mayordomía saliente, por riguroso inventario, los bienes materiales y sagrados de la Santa Cruz, entre estos últimos: ropa del santito, milagros o exvotos, velas benditas, medidas, sahumerios, reliquias, candeleros, etc. De aquí en adelante la tarea principal de la nueva mayordomía será mantener aseada y abierta la capilla, responsabilidad de las veladoras y tepixques, y esperar con impaciencia el día domingo del mes de octubre que se elija para la Shinuleada.

El mayordomo y los delanteros principalmente, se encargarán de cuidar que nada falte. Para preparar lo referente a la comida, desde poner el nejo hasta lavar el chacapero un día después de la fiesta, se nombra a la vieja mayor, y para conseguir la música, los bancos y los manteados; tender el gabán, administrar los cigarros, el mezcal y registrar las cooperaciones, se nombra al viejo mayor.

Ahora bien, la Shinuleada, como toda fiesta indígena, es colectiva, donde todos cooperan y se divierten; en ella se funden la visión Judeo-Cristiana, traída al nuevo mundo por los españoles, y la cosmovisión indígena de los cuitlatecas. Por eso encontramos, por una parte, la presencia de la Santa Cruz, símbolo de la fe cristiana, y por la otra, el jolgorio, el fandango, las danzas, el mezcal, la picardía, el corte de flores, los juegos a campo abierto, la música y, desde luego, la comida colectiva de origen prehispánico.

LA CORTADERA DE SHINULA. El domingo, después de almuerzo, se congregan en casa del mayordomo las personas que participarán en la Shinuleada, las mujeres portando bandejas, jícaras o canastas y una servilleta vistosamente bordada; los hombres, algunos, acompañarán a las mujeres a cortar la shinula en el campo, otros, a caballo, participarán en la coleada del machito. No obstante, salen todos juntos en ordenada algarabía multicolor, con la música de viento encabezando el contingente recorren algunas calles hasta llegar al lugar previsto, a unos 2 kilómetros fuera del pueblo, donde tienen vista una rica veta de shinula. Al llegar, propiamente comienza la Shinuleada. La música se instala bajo la sombra de un frondoso árbol para seguir tocando; mujeres y hombres, se distribuyen en el territorio para cortar la shinula, aunque no faltan quienes en parejita procuran alejarse, u ocultarse entre los zanjones y arroyitos, no precisamente en busca de shinula.

La despicadera, quitarle los pétalos para secarlos al sol.

LA COLEADA DEL MACHITO. Mientras tanto, los hombres de a caballo, se dedican a jugar a la coleada del machito. Se trata de un ingenioso y brusco juego, donde se enfrenta la astucia, simbolizada en el personaje que monta el machito, contra la fuerza que representan los caballeros. Para equilibrar la lucha y el juego resulte más divertido, como la persona que monta el machito tiene que correr a pie, con evidente desventaja; ya que sólo va montado sobre una vara que en el extremo mas grueso lleva tallada la figura del machito, se le dan muchas ventajas, tales como: saltar bardas, brincar cercas, cruzar el río y arroyos, atravesar sembradíos, esconderse entre los matorrales, subir árboles, y todo cuanto le permita estar a salvo. Por lo regular, alrededor de las 2 de la tarde, cuando ya terminaron de juntar la shinula y despicarla, lazan al machito para dar paso a otro divertido momento.

ESCENIFICACIÓN DE LA BODA. Se trata de una farsa breve, ingeniosa y pícara, donde los actores surgen de entre los asistentes a la shinuleada, voluntariamente. El papel de la novia recae en una viuda, en una madre soltera, en una muchacha de la vida alegre, o en una mujer de jalón. El del novio, en algún tipo de los llamados plebes, o admirador de la novia en la vida real. También ha llegado a suceder que el matrimonio lo escenifiquen algunas de las parejitas que se ocultan en los zanjones.

De cualquier manera, el momento más divertido de esta fiesta es cuando se pide la mano de la novia, en la conversación que sostienen los familiares y los propios novios. Por ejemplo, los padres de la novia le dicen al novio: “quiero que sepas, muchacho, que mi hija ha tenido cuatro maridos, no sabemos si te convenga”. Claro que sí, responde el novio, si ya esta comenzada, menos trabajo. También lleva 14 partos, agregan, “eso quiere decir que no le da trabajo parir”contesta el novio. Por parte del novio le dicen a la novia: “mi hijo tiene muchos defectos, es muy guevón”, y la novia interrumpe: “eso no es ningún defecto, señores”. Además, está cojo de una pata. “Arí, si no lo quiero pa` jugar carreras”, dice con la picardía dibujada en el rostro. Y así por el estilo.

REGRESO DE LA SHINULEADA. Habiéndose realizado el casorio en la Shinuleada, por las dos leyes; lazado el machito y despicada la shinula en cantidad suficiente, se emprende el regreso a casa del mayordomo. Las personas de la población que no asistieron, al escuchar cerca el barullo, salen a la calle a curiosear, para ver quién lazó al machito y las travesuras que viene haciendo, para saber quiénes fueron los novios y cómo vistieron a la novia.

LA ENTREGA DEL MACHITO. Al llagar a casa, el que la hizo de caporal, entrega el machito al mayordomo, en otra escena chusca: primero tocan el son con que entra bailando el machito; luego, un grupo de hombres y mujeres lo rodean para revisarlo cuidadosamente, le hablan con mucha ternura, como si el machito fuera de verdad y entendiera: “mira nomás machito, que tanto herido tienes tu lomo. Mira nomás. Te alquilaron para ir al costa a acarriar café, machito. Mira nomás como trais tu lomo; ni tequesquite te han dado, machito”. Esta versión es la más antigua; hoy, dicen que se lo llevaron a la sierra para acarriar mariguana.

EL SON DEL ZOPILOTE. Terminada la entrega del machito, el caporal, que siempre es un hombre pudiente, tiene que pagar la multa por alquilar y descuidar al machito, multa que consiste en varios cartones de cerveza para todas las viejas molenderas.

Después se toca el son del zopilote que baila el caporal con las viejas, pero hay que aguantarse. Hombres y mujeres brincan meneando los brazos como las alas del zopilote cuando están devorando un animal muerto; también imitan la onomatopeya de los zopilotes al momento que le meten mano, por atrás o por delante, la mujer al hombre y el hombre a la mujer, o a quien se atraviese. Se cuenta que una vez al señor, el difunto Ernesto Jaimes, que vestía camisa y calzón de manta con su guicho, las mujeres lo dejaron con tanta fuerza que las puras cintas del calzón amarradas a la cintura le quedaron, pero, él, no se rajó; siguió bailando y jugando con las viejas, levantándoles las naguas, bramando como toro en celo, hasta que le avisaron a una hermana y llegó a toda prisa, lo cubrió con su rebozo y lo rescató de las zopilotas, antes que se lo acabaran. De haber seguido jugando, las viejas habían planeado montarle y utilizar las cintas como pretal, y lo hubieran hecho.

EL SON DEL TORO. La Vieja Mayor y el Caporal comienzan a bailar al son del toro como punto de partida para que todos los asistentes se diviertan como anuncio de fin de fiesta, bailando las danzas que se conocen en San Miguel Totolapan y que muchos las bailaron en su infancia.

FIN DE FIESTA. De aquí en adelante, se bailan las danzas conocidas en Totolapan: comenzando con el son del toro de once, gallitos, marqueses, tecuanes, enanos, etc. Al atardecer del domingo, todo termina. Los que no alcanzaron a llegar a su casa, rodaron en el camino; otros regresan a sus hogares con el itacate para sus guaches, que se quedaron de cuidanderos, porque esta fiesta es nomás para grandes. Las viejas molenderas todavía tienen trastes que lavar, nada más todo el chacapero; el mayordomo y el viejo mayor, entregarán los bancos y los manteados. La shinula cortada hoy, queda a cargo del mayordomo para ponerla secar, pues será utilizada el día de la lavada de la ropa en el mes de abril y el día de la Santa Cruz, el 3 de mayo. Quedan todos convidados, son las palabras de despedida del mayordomo.